viernes, 26 de septiembre de 2008

El poder de la electricidad.

Pensamientos Impuros
Bajo ese título genérico se reúnen un grupo de artículos sobre temas de actualidad, que fueron publicados en diversos medios de comunicación a principios de la década del dos mil.

Pretendo más una labor de compilación de lo disperso que una recuperación de lo interesante. El tiempo no perdona a nada ni a nadie. Tampoco a las opiniones.


El general Pinochet fue liberado, el jueves día 2 de marzo, por el Gobierno del Reino Unido, país en donde el 16 de octubre de 1998 había sido detenido siguiendo una orden de búsqueda internacional dictada por la Justicia española. Sometido a un proceso de extradición de complejos avatares jurídicos, impuestos por las presiones del Estado Chileno y sus alíados . Ha sido puesto en libertad aduciendo su precario estado de salud, que le impedía ser juzgado. Los informes médicos presentados por el ministro inglés de interior Straw y filtrados por el ministerio de Exteriores español (con un descaro que avergonzó a los medios jurídicos de todo el mundo), describían a un enfermo casi terminal, con sus facultades psíquicas totalmente disminuidas e incapaz de articular cualquier respuesta coherente, en consecuencia imposibilitado de defenderse ante un tribunal. Era un hombre viejo y abatido, al borde de la demencia; trasladado, como un objeto inerme, sobre una silla de ruedas, la cabeza ladeada dispuesta al babeo seguro.

Fueron veinticuatro las horas que duró el viaje desde Inglaterra a Chile. En ese corto espacio de tiempo se produjo el milagro. Cuando Pinochet descendió del avión en Santiago de Chile era un hombre totalmente distinto del que reflejaban las últimas imágenes de su cautiverio. Sonriente se levantó de la silla de ruedas, rechazó el apoyo que le brindaban sus acompañantes, con paso firme para sus ochenta y cuatro años se dirigió y les habló con soltura a los jefes militares que acudieron a recibirle . Era el jefe impartiendo órdenes, a unos devotos subordinados. Completó el espectáculo: el despliegue bélico. Con unidades especiales en ropa de combate, la cara tiznada y armamento de guerra.

El vuelo rasante sobre el palacio presidencial de la Moneda del helicóptero que lo trasladaba al hospital. La desobediencia de los mandos militares a las autoridades civiles dandole un recibimiento con rango de Jefe de Estado, asemejaban más la llegada de Pinochet a una toma de poder, que al regreso de un convicto.

En esta milagrosa curación parece que tuvo mucho que ver la electricidad. Desde el comienzo de su invención se le dio a esa energía poderes curativos para la demencia. Pero en este caso parece que no fue aplicada con el mismo método ni con similar resultado. En Alguien voló sobre el nido del cuco, Jack Nicolson, también fingidor de locura como el general, recibe una descarga por la que se convierte en el personaje que interpreta. Pero la electricidad que curó al general era de otra naturaleza , era la de Endesa , la macro empresa eléctrica española privatizada por Aznar. Y que con sus multimillonarias inversiones en la chilena Enersis, veía que el asunto Pinochet ponía en peligro la rentabilidad del capital invertido. El 29 de abril del año pasado el presidente de la mencionada compañía, el ex ministro del interior Rodolfo Martín Villa, declaraba que “el tratamiento que estamos recibiendo del Gobierno de Chile está poniendo en peligro una inversión comprometida de más de 700.000 millones de pesetas y este proceso esta fuertemente contaminado por factores políticos...especialmente el caso Pinochet. Se debe buscar un acuerdo extrajudicial.” Y se buscó.

Según denuncia la prensa inglesa y desmienten los gobiernos acusados. España, Chile e Inglaterra hicieron un pacto por el cual propiciarían la salida del general del Reino Unido ya que la muerte de éste en Europa lo convertiría en un héroe, se justificaron. La escenificación fue perfecta. Un siquiatra chileno se desplazo a Londres y adiestró al detenido en la simulación de los síntomas. Se habló de un empeoramiento de su salud, y se emprendió una campaña de propaganda sobre las razones humanitarias ( ya saben esas por las que se bombardea a los civiles en Yugoslavia o en Sudán) que impedían el juicio de un incapaz. Por parte española Martin Villa hacía de puente con los chilenos en el deseo de acelerar la solución final. Que se retraso un poco, por el excesivo respeto a los formalismos de los ingleses.

Cuando vieron partir a Pinochet respiraron aliviados en los tres países. Pero no contaban con una curación inmediata, más bien tenían planeada y pensada una recuperación lenta que tuviera a Pinochet apartado y a ellos libres de las críticas. Con la hipocresía ensayada en estos quinientos tres días de detención , manifestaron que se había ido a su pesar, que habían sido obligados a soltarlo. Pero liberaban, argumentaron, a un viejo al que la reclusión había herido de muerte.

La “resurrección milagrosa” estropeó sus planes.

Frei, el presidente saliente de Chile, y el recién elegido, el socialista Ricardo Lagos, claman ahora contra la actitud de Pinochet. Cuando ellos fueron quienes más presionaron para su puesta en libertad. Ven un ejercito que no dominan y que bajo la influencia clara de Pinochet impone la libertad vigilada de la democracia chilena. Matutes , Martín Villa y Aznar estaban felices con su eléctrica salvada y salvadora. Ahora dudan entre explicar a su país su papel en la liberación de un hombre a todas luces peligroso, o echarle la culpa a los otros que pueden si se enfadan decir la verdad.

En Chile la vida política gira otra vez alrededor del dictador. El ministro de Defensa pide explicaciones a los cuatro generales en jefe del ejercito sobre su asistencia al recibimiento. No se las dan. El Magistrado Guzmán inicia un proceso de desafuero contra él (suspensión de inmunidad) y pide un reconocimiento médico para saber si puede ser imputado. Parece que cuando oyó la noticia se echo a reír. Ricardo Lagos exige que no vaya a su toma de posesión pero como vaya no sabe que hará...

El juez Garzón calculó todos los recursos legales que lograrían el procesamiento de Pinochet. Los preparó concienzudamente para evitar su escapatoria, pero se olvidó del poder de la electricidad, y ese poder fue el que hizo libre y curó a Pinochet. ¡Pobre Pueblo Chileno, que cara paga la luz!

Segovia, 7 de marzo del 2000

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Olvidar para vivir.

El pianista. (Crítica Cinematográfica)
DIRECTOR: Roman Polanski
GUIONISTA: Ronald Harwood
AÑO DE PRODUCCIÓN: 2002




En Varsovia, en un estudio de radio, un hombre interpreta a Chopin. Se oyen explosiones. Tiemblan las ventanas. La cabina de control de sonido queda desvastada. El pianista continúa tocando, se niega a seguir a los técnicos que huyen. Hasta que el cristal que aísla el estudio estalla. La realidad interrumpe la música y el hombre se disuelve en la multitud. La película comienza con una bella secuencia que resume la historia y el carácter del personaje.

Dirigida por Roman Polanski y ganadora de la Palma de Oro del Festival de Cannes del año 2002, “El pianista” se apoya en las memorias del pianista judío polaco Szpilman para abordar los terribles sucesos acaecidos en el gueto judío de Varsovia durante la ocupación nazi. La cámara usa la mirada desvalida del músico para describir aquellos episodios históricos donde la crueldad humana llegó a unos límites inimaginables.

Polanski que sufrió en su niñez una experiencia paralela en el gueto de Cracovia, siempre se había negado a tratar este tema en el cine. Incluso rechazó la oferta de Spielberg para dirigir “La lista de Schindler”. ”En el momento que se me propuso”, declaró, “consideré que los sucesos estaban muy cercanos a mi… Tal vez el motivo era otro: necesitaba contar mi propia experiencia, pero era incapaz de hacerlo. Cuando leí las memorias de Szpilman me vi totalmente reflejado, él contaba lo que yo vi y creí no ver”.

El pianista es separado de su familia por la policía judía y salva la vida gracias a un oficial alemán (Thomas Kretschmann) admirador de su música.

Roman Polanski tardó mucho en hallar al actor que interpretaría a Wladyslaw Szpilman: “Cuando vi algunas películas de Adrien Brody, no vacilé, era el pianista”.

Polanski refleja en un estilo clásico y lineal, alejado de su cine anterior, los sentimientos de una víctima, un músico reducido al silencio, que asiste a los acontecimientos amnésico y paralizado ente lo que ve, como si el dolor lo ausentara del lugar donde está obligado a vivir.



Como curiosidad podéis escuchar la canción que Jorge Drexler compuso en el 2005 basándose en la misma historia aquí.