martes, 13 de enero de 2009

Robo de película

Pensamientos Impuros

Bajo ese título genérico se reúnen un grupo de artículos sobre temas de actualidad, que fueron publicados en diversos medios de comunicación a principios de la década del dos mil.

Pretendo más una labor de compilación de lo disperso que una recuperación de lo interesante. El tiempo no perdona a nada ni a nadie. Tampoco a las opiniones.



Durante la madrugada del domingo, día doce de marzo, un grupo de personas asaltó el almacén que Tabacalera tiene en el municipio de Ribadavia ( Ourense) cercano a la frontera portuguesa. Los asaltantes, que intentaban apoderase de un cargamento de tabaco americano de contrabando, decomisado por los servicio aduaneros, fueron detenidos por la Guardia Civil antes de que pudieran perpetrar su robo.

Realizadas las diligencias judiciales, se supo que la banda estaba formada por seis individuos, cinco españoles y un portugués (este último es el único que aún no ha sido detenido). Todos habían sido reunidos por el presunto jefe, un vigués propietario de una empresa de informática. Este empresario, enterado de la existencia del almacén y de la mercancía allí depositada, reclutó a los demás siguiendo el criterio de las necesidades profesionales que el robo requería. El primero, vecino de Madrid , era dueño de una empresa de seguridad dedicada a la vigilancia de locales comerciales; el siguiente, de Villagarcía de Arosa, vendía alarmas y tenía un taller donde las reparaban; el tercero era un albañil que trabajaba en una empresa especializada en la colocación de ventanas; el portugués tenía contactos en el mercado negro de tabaco del país vecino. Por último, para encargarse del transporte, solicitó la colaboración de su cuñado, en una tentación que ningún jefe de banda resiste aunque sea tan cuidadoso como éste. Ninguno poseía antecedentes penales, ni habían tenido contactos anteriores entre ellos.

Dos días antes del asalto, el informático y el instalador de alarmas visitaron la nave y obtuvieron un plano detallado del sistema de seguridad, que el encargado les facilitó para que pudieran hacer una oferta de otro sistema, que le ofrecieron, más eficaz y de mantenimiento más económico que el que tenían. En la inspección autorizada que realizaron, con el pretexto de confeccionar el proyecto, pudieron inutilizar con un esparadrapo la alarma volumétrica sin que nadie se apercibiese de ello.


Todo preparado hasta el mínimo detalle, en la noche del sábado se trasladaron en una furgoneta hasta la puerta del almacén. El albañil desmontó, sin romperla, la celosía del tejado, y entraron en las oficinas: el informático, el especialista en seguridad y el vendedor de alarmas. Iban equipados con trajes de neopreno para evitar alguna alarma de infrarrojos no detectada y manipularon el ordenador para desactivar todos los sistemas. Cuando lo hacían se dieron cuenta que había una alarma de las llamadas sordas que podía (aunque no era seguro) ponerse en marcha al encender la luz. Pero ya contaban con esa posibilidad, sabían que el tiempo máximo de respuesta es de diez minutos, así que, con tranquilidad calculada, salieron de nuevo al exterior y esperaron la llegada de la policía o de algún vigilante. Transcurridos tres cuartos de hora y viendo que nadie aparecía, reanudaron su tarea y empezaron a trasladar la mercancía del interior a la furgoneta. Una hora y media después de haberse activado la alarma ,un coche de la Guardia Civil apareció en el lugar. Quedaron asombrados los policías por encontrar a los ladrones y para más vestidos de buzos, y los ladrones asombrados de que la policía pudiera tardar tanto en venir a apagar una alarma. Detuvieron a uno, y a continuación después de hechas unas cuantas gestiones en el cuartelillo a los demás que habían huido campo a través. El juez los puso en libertad provisional, no se sabe si por confundir Galicia con América o porque el asalto sólo llegó a tentativa de robo ni siquiera a robo frustrado.

En Galicia no es el primer almacén de tabaco decomisado que roban, ni será el último. Había un famoso contrabandista de A Guardia (que llegó a ser alcalde de la villa marinera) que decía que el tabaco decomisado ahorraba costes pues eludías el acarreo en tierra, “que estaba por la nubes”. Pero hasta ahora el “modus operandi” para recuperar el tabaco era otro. Se localizaba en que punto estaba la ronda y la tarea que estaban desarrollando. Verbigracia: si era trago largo o corto (cuba libre o licor café) ,si la partida era de cierre rápido o lento ( escoba o subastado) y la distancia. Y con estos datos se obtenía el tiempo de respuesta. Rompían la puerta de la nave, dejaban sonar la alarma, la sorda y la que no lo era, ponían en marcha el trailer de la empresa y marchaban por las pistas del monte para Portugal o para la playa según fuera la descarga. Sin olvidar de dejar la prueba de una caja de cartones de tabaco, que se saben son difíciles de meter bajo los asientos de atrás de un Land Rover y eso demora la persecución.

El informático había visto muchas películas de ladrones anglosajones de guante blanco, pero en Galicia no hay trenes que van a Glasgow , y si van a algún sitio lo seguro es que llegan siempre tarde. Después de esta experiencia no vuelve a ver una, como el protagonista no sea Manquiñas.



Segovia, 30 de marzo del 2000.