viernes, 24 de octubre de 2008

Sentimientos de metal

Metrópolis (Crítica Cinematográfica)
DIRECTORES: Rintaro.
GUIONISTA: Katsuhiro Ohtomo
BASADO EN EL COMIC: "Metropolis" de Osamu Tezuka
ESTUDIO DE ANIMACIÓN: Mad House
AÑO DE PRODUCCIÓN: 2001


Un rasgo esencial de la economía de nuestro tiempo (y de la del futuro que sus dueños prevén), es que está construida sobre la idea de competencia, consistente en un esfuerzo de destrucción recíproca mediante el uso de cualquier medio. Paralelamente, las máquinas van sustituyendo al hombre en sectores cada vez más amplios del trabajo. No se cansan, no protestan, no tienen días malos o gripe, y jamás discuten las órdenes de los jefes ni las prolongaciones de jornada. Asombra la preocupación cada vez más creciente de los autores de ciencia ficción por el tema de la humanización de la máquinas, desde Asimov, aquel hombre que firmó decenas de títulos de libros que otros escribían por él, hasta el reciente fracaso "I.A. Inteligencia Artificial" de Spilberg, o el ordenador rebelde de "2001, Odisea en el espacio" de Kubrick. Todos temen a los artilugios metálicos con sentimientos, con pasiones, con capacidad de compasión o de odio, cuando la historia parece que va en sentido contrario, ellos (los dueños del mundo) necesitan hombres-máquina, nunca máquinas-hombre.

Metrópolis, la película japonesa que se estrena estos días, sitúa la acción en una ciudad del futuro vertical y superpoblada, en donde conviven robots y humanos, ambos con parecidas capacidades pero con distintos derechos. Los robots son ciudadanos de segunda categoría y su descontento significa un peligro para los humanos que detentan el poder, así que deciden destruirlos. En relación con lo dicho en la introducción la superioridad de esta película sobre sus antecesoras ("A.I." la más reciente) es que reconoce implícitamente que es una guerra entre seres iguales e intercambiables: unos de metal, otros de carne y hueso, un simple matiz en la diferencia. Hasta el nudo de la trama gira alrededor de del intento por parte de un padre (el antihéroe) de hacer construir un androide que sustituya a su hija muerta (clonación, pero en la ferretería).




Metrópolis es una película de animación hecha con exquisito cuidado. Basada en un cómic de Osamu Tezuka (dibujante pionero y cumbre del manga), el guión ha sido escrito por Katsuhiro Otomo (autor de "Akira") y dirigida por RinTaro (responsable de la serie "Capitan Harlock"), uno de los más brillantes directores del anime japonés y colaborador y discípulo de de Osamu Tezuka. Se han tardado cinco años en su realización.

El relato original, dibujado por Tezuka en 1949, es un homenaje ala película muda (1927) de Frizt Lang del mismo nombre. Como aquella, es una reflexión sobre el poder de los fuertes y la legitimidad de éstos para eliminar a quién no es útil o es peligroso. Pero el argumento coincide en poco más que en la intención crítica y en su desarrollo en una ciudad superpoblada, vertical y fuertemente estratificada. Donde sí hay una plena coincidencia, genialmente reflejada en la película de RinTaro es en el uso de los recursos visuales, en la innovación de la expresión de la imagen para transmitir al espectador el sentimiento inquietante y terrorífico en un Estado de suprema opresión y control.

Si Lang, uno de los más destacados representantes del expresionismo alemán, consiguió en sus películas una verdadera revolución formal, con la utilización de la cámara desencadenada montada en un balancín para conseguir un acercamiento-alejamiento rápido de los encuadres, los decorados desestructurados, la luz-actriz y el uso de recursos teatrales. Es decir, unió la innovación técnica más avanzada a los medios artísticos a pintura y teatro superados en teoría por el cine. En el filme japonés la combinación de las imágenes computerizadas (3D) y la animación tradicional mediante dibujos en 2D es impecable y consiguen el mismo efecto que su inspirador.

Parece que el tema del enfrentamiento entre máquina y ser humano ha afectado a la cinta misma y al género. Los productores de filmes convencionales protestaron airadamente en el Festival de Berlín por el premio otorgado a la película de animación del veterano director japonés de anima Miyazaky, pues veían en esa confrontación una competencia desleal. No se lo tomen a broma, conozco a algún actor que está aprendiendo informática para que, llegado el caso del triunfo de la interpretación virtual, a la hora del casting lo encuentre dentro del ordenador.


jueves, 16 de octubre de 2008

Cacao

Pensamientos impuros

Bajo ese título genérico se reúnen un grupo de artículos sobre temas de actualidad, que fueron publicados en diversos medios de comunicación a principios de la década del dos mil.

Pretendo más una labor de compilación de lo disperso que una recuperación de lo interesante. El tiempo no perdona a nada ni a nadie. Tampoco a las opiniones.


Hay noticias que pasan inadvertidas. Son poco más que una fastidiosa tarea para los maquetadores de los periódicos, pues deben encajar su falta de interés entre las primicias relevantes que son ahora: las declaraciones banales, las bodas escandalosas, las vidas en escaparate de papel cuché. Son noticias importantes para los que nunca leen periódicos; lejanos hombres y mujeres, cuya existencia transcurre, para nosotros, tan inadvertida como las noticias que les afectan.

La U.E. ha autorizado que sea etiquetado como chocolate, cualquier producto comestible de su apariencia, aunque no contenga cacao. Los consumidores de chocolate tendrán que examinar las composiciones declaradas, para que bajo el sabor embozado por artificios no les den grasas vegetales sustituyendo al cacao y sus delicias. Pero el problema no está en la burla a los golosos de Europa, ni estos van a dar un jicarazo como las damas mejicanas del siglo pasado ante la prohibición del obispo Salazar de que lo tomaran en la catedral. No habrá envenenamiento ni motines.

Los afectados son los cientos de miles de trabajadores africanos que viven del cultivo del cacao, principalmente en el África Central. Son países enteros a los que el reparto colonial asignó el papel de proveedores de esa materia prima, lo cual redujo su economía a la precariedad del monocultivo; que ahora, con igual razón que se arroga el que se considera dueño y señor de vidas y haciendas, les van a sacar. La responsabilidad es de las mismas multinacionales de inmaculada apariencia que, sin escrúpulo alguno, intentaron hace unos años introducir las leches maternizadas en el Tercer Mundo; ante la desesperación de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que veía como la lactancia materna desaparecía, y con ella uno de los instrumentos de lucha más eficaces contra la mortalidad infantil. La cordura se impuso y la campaña cesó.

Esa misma cordura deberá prevalecer para evitar la aplicación de esta nueva normativa sobre la composición del chocolate. Europa, que invierte millones en colocar barreras a la emigración procedente de esos países, debe saber que su desarrollo es lo único que impedirá una avalancha incontrolada, lo otro es ponerle puertas al viento. El uso del cacao es una de esas medidas, que no solo agradecerán los paladares exquisitos de muchos europeos sino, y eso lo más importante, no privará de recursos a los que los poseen tan escasos para sobrevivir.

Segovia, 28 de marzo del 2000.