Deuda de sangre. (Crítica Cinematográfica)
DIRECTOR: Clint EastwoodGUIONISTA: Brian Helgeland
BASADA EN LA NOVELA: "Deuda de sangre" de Michael Connelly
INTERPRETES: Clint Eastwood, Jeff Daniels, Anjelica Huston, Wanda De Jesus.
AÑO DE PRODUCCIÓN: 2002
“Deuda de sangre” es una respuesta desprovista de dramatismo, a la vez que conmovedora, a la pregunta de cómo envejecer en el cine. Desde “Sin perdón” (1992), Clint Eastwood parece dirigir su envejecimiento ante las cámaras, empeñado en demostrar que nadie está muerto hasta que deja de vivir por mucho que la ancianidad no esté ahora de moda.
El agente retirado Ferry McCaleb (Eastwood), cae derrumbado por un ataque al corazón mientras persigue a un asesino en serie. Esta escena, que abre la película, admirablemente fotografiada por Tom Stern, consigue, mediante un estilo expresionista que se sirve del color, dar al personaje de policía un aspecto macilento, casi espectral, y reforzar la intención de retratar a alguien que ya tiene un pie en la tumba.
Recuperado gracias a un trasplante de corazón, la médica (Angélica Huston) será el ángel custodio encargado de recordarle que no tiene edad ni salud para meterse en líos. Parece hacerle caso. Pero otra mujer, Graciela Rivers (Wanda de Jesús), vendrá a solicitar su ayuda para esclarecer un asesinato, y esgrime poderosas razones para convencerlo.
Basado el guión en una novela homónima de Michael Connely, “Deuda de Sangre (Blood Work)” simplifica la trama imaginada por el escritor americano, eliminando la mayoría de los secundarios. Aunque, sin duda, la diferencia más notoria es que el detective pasa de los 46 años del libro a los 72 que tiene en la película (la edad real del actor). Esa caracterización como inspector jubilado que podemos recordar de “La lista negra” en su famoso papel de Harry llega aquí más lejos al convertirlo en un policía que se ejercita en el arte de ser abuelo.
La puesta en escena, el comportamiento del protagonista y la vuelta a un género tan frecuentado por el actor no son ni mucho menos casuales y así lo ha explicado él mismo: “En este estadio de mi vida me apetecía enfrentar a mis personajes al los mismos desafíos que afrontaban con 30 o 40 años. Si ellos podían, se suponía que yo también; era una prueba que necesitaba pasar”. Y para superar el examen no hizo trampas, no se dejó doblar en las escenas arriesgadas. La espectacular persecución en un coche la protagonizó enterita a pesar de las protestas de los aseguradores. Ante la extrañeza de alguno de sus compañeros respondió: “Lo hago desde siempre, pues considero que sólo así se le da lo máximo al espectador. Además, eso solamente exige una buena preparación física y el esfuerzo de la constancia. Está al alcance de cualquiera…”
El desarrollo recuerda mucho a “En la cuerda floja”, de Richard Tuggle (1984), no por el argumento, mas por los elementos dramáticos que maneja: un asesino en serie, un policía individualista (el mismo Eastwood) y unos compañeros gruñones que no confían en su capacidad y creen que estorba; una joven hispana (Wanda de Jesús) bellísima…Son elementos habituales en la gramática de las películas de Eastwood.
Y por supuesto hay diferencias con el cine actual de policías, influido por el video clip y el vértigo del movimiento. “Deuda de sangre” usa una forma de contar demorada aparentemente y alejada de este género, pero que rehecho supone una gestión rigurosa de los tiempos muertos. Porque el director no hace ni una concesión a un posible alejamiento de los cánones tradicionales de esta clase de filmes.
Tal vez sea una “una obra menos” de Clint Eastwood; lo que está seguro es que la puesta en escena, la fotografía, los actores y su conmovedora reflexión- sobre el hecho de que jubilación y muerte nada tienen que ver- la convierten en una joya (pequeña quizá) entre el cine americano que nos es permitido ver últimamente.
En esta necesidad de rellenar interminables horas de programación televisiva no todo es teletiendas o escaparates de miserias humanas. A veces nos brindan la oportunidad de rescatar de la memoria películas que en su momento nos causaron una impresión que ahora nos cuesta revivir. "Deuda de sangre" ha llegado por partida doble. Esta critica la publiqué hace muchos años en Faro de Vigo cuando fue estrenada. No me arrepiento de lo que escribí. Eran otros tiempos. Era otro cine.