martes, 17 de noviembre de 2009

Extrañas circunstancias.

Artículos de Prensa

Este artículo fue publicado hace diez años en El Adelantando de Segovia, con motivo de la muerte del cantante. Yo cursaba primer año de Comunicación Audiovisual.


Enrique Urquijo, cantante y líder del grupo Los Secretos, fue hallado muerto en un portal del barrio madrileño de Malasaña. Su muerte, acaecida en extrañas circunstancias según la terminología estandarizada de las crónicas de sucesos, dejó la casi seguridad en sus amigos que el abrazo de la melancolía, su compañera inseparable, le había al final impedido respirar.

Sus canciones, llenas de la dulzura triste de lo que le parecía inevitable, escritas de la mano de la amiga mala suerte, son muestras, además de su talento, de ese desencuentro diario con la vida, de ese descalabro que la realidad siempre infiere a los deseos de alguna gente a quien la sensibilidad deja sin la coraza necesaria para defenderse de los zarpazos de lo cotidiano.

Fueron extrañas las circunstancias de su muerte. Porque nadie debe morirse en un portal, de madrugada, solo. Aunque sea víctima de las drogas. Y serán extrañas, pero no infrecuentes, pues todos los días aparece gente, hombres y mujeres, muertos de esa manera: en el lavabo de un bar, en la vuelta oscura de un subterráneo, acurrucados en el rellano de cualquier escalera. Son gente con historias parecidas, o distintas, a la de Enrique Urquijo, todas unidas por la circunstancia extraña de la muerte abandonada.

Algunas drogas son ilegales, al serlo ilegalizan la muerte y la enfermedad que producen. El adicto que no tiene dinero delinque, el que la vende: la adultera, envenenando todavía más su consumo, el que enferma convalece en la ruina de su dependencia y el que muere lo hace frecuentemente con una cazadora bajo la nuca, como esta vez. No he visto ni enfermos de cirrosis, ni de cáncer de pulmón muriéndose en las esquinas de los barrios. Ni atracando bancos con jeringuillas infectadas de Sida.

La droga es mala para la salud y para la conciencia, para ésta porque adormece la rebeldía, nos conforma con lo odioso, con lo injusto. Pero ante todo es una enfermedad, social y física, y ninguna enfermedad se cura ilegalizando el virus que la produce. No están el sarampión ni la pulmonía en el código penal. Enrique Urquijo, murió en las extrañas circunstancias que produce la marginalidad a que son reducidos los que por las razones que sea son drogodependientes. ¿A quién puede perjudicar la legalización de las drogas prohibidas?... a ellos está claro que no.