El azar y no la necesidad —ni ninguna otra de las oscuras fuerzas que mueven el destino de los hombres y las cosas—, hizo que en una semana Goya entablara por dos veces relación conmigo.
Se iniciaron, “los contactos”, el día diez con la nominación a candidata al “Goya a la Mejor Película de Animación” de mi primer largometraje: “The Litle Wizard. O mago Dubidoso”.
Una semana después en una excursión con unos amigos por Aragón pasamos por Fuendetodos el pueblo natal del pintor. Allí visitamos su casa y me hice una fotografía con el anfitrión… bueno, con su estatua, que casi viene a ser lo mismo.
En resumen, dos alegrías a reseñar: la inmensa, ser nominado a los Goya en mi debut en el cine profesional; la regocijante, las habas con chorizo que nos tomamos en Fuendetodos acompañadas de vino de Cariñena. ¡Inolvidables las dos!