martes, 28 de febrero de 2012

Justified: La América desolada (Vol. I)



Publicidad de la TVserie Justified


Desde hace tiempo el crítico cinematográfico Carlos Boyero, viene defendiendo —al principio en solitario—, que el buen cine, el cine con mayúsculas, había desembarcado en las series para televisión. Tenía razón. La primera en dar el paso fue la cadena norteamericana por cable HBO. Sus ejecutivos consideraron que emplear a los mejores técnicos, a los mejores directores y guionistas; en resumen, invertir grandes sumas de dinero en la ficción para televisión podía ser rentable. Cuando se demostró que la calidad daba dinero, la competencia los imitó. Ahora ya son numerosas las grandes cadenas que disponen de presupuestos multimillonarios para sus programas de ficción destinados a la pequeña pantalla, y los Emmy se asemejan cada vez más a unos pequeños Óscar.

También como en el cine­, hay una valoración de partida: condicionada por la inversión. Aunque los manuales nos recuerden que la buena cinematografía es a partes iguales arte e industria, lo cierto es que la cuantía del presupuesto, da en la salida unos metros de ventaja que suelen ser decisivos en carreras de velocidad vertiginosa, como son las del éxito o las del fracaso de público, medido por audímetros implacables. Pero hay veces que el musculo superdotado del atleta, contradice todas las previsiones de los apostadores, de los augures que leen en las entrañas o en las vísceras de los estrenos. Es el caso de esta serie.

 “Justified” era un proyecto pequeño, con demasiados decorados, con muchos personajes, con diálogos impronunciables y una trama donde nada termina como debe ser. Es, en resumen, aborrecible para esos modelos de predicción: una historia de origen multicausal por lógico que fuera el desenlace, o tal vez por eso mismo. 

“Justified” es pues una obra desmesurada para unos medios tan escasos, pero cuenta con la genialidad, a mí entender, de las historias en que se basa. De la precisión matemática de quien domina a la perfección el algebra y la trigonometría de los sentimientos. Y los expone con la sutileza de los números con la exactitud del teorema. Elmore Leonard es un escritor que nunca ganará el Nobel de Literatura, pero que traspone como nadie a la novela o al cine el lenguaje de la marginalidad americana. Él se lo prestó a Tarantino en sus películas sobre los bajos fondos urbanos. Ahora se la entrega a la “América profunda” del sureste americano, que retrata “Justified”…